Aprende a gestionar tus emociones para crear un mundo mejor
¿ Sientes que tus emociones están fuera de control?, ¿te gustaría aprender a gestionarlas?, ¿sabes realmente la importancia que tienen sobre tu salud las consecuencias de una buena o mala gestión emocional?
Hace ya poco más de 20 años que Daniel Goleman publicó su bestseller “Inteligencia emocional” en el que democratizó la importancia de las emociones. En él, habla sobre la importancia de una buena gestión emocional y los pasos para poder desarrollar esa inteligencia. Y aunque hemos ganado mucho en estos últimos tiempos en conocimiento e interés sobre nuestro mundo emocional, y cada día hay más iniciativas que van en la dirección de educar emocionalmente a las personas, todavía hay mucha gente que no conoce sus emociones y no sabe gestionarlas de forma adecuada.
Decenas de clientes acuden a mi consulta por problemas emocionales como ataques de ansiedad o depresión, o con problemas más sutiles que quieren controlar, como que alguna situación o persona les genere alguna emoción incómoda. Sea el caso que sea, siempre acabamos llegando a la conclusión terapéutica de que necesitamos crear un espacio para que las emociones puedan expresarse y de que debemos aprender a controlar la mente, que a veces adquiere demasiado poder y padece de hiperactividad.
Esto no es más que un reflejo de cómo nuestra sociedad se relaciona con las emociones y, en concreto, con las que son desagradables (miedo, ansiedad, tristeza, rabia…). En general, podemos expresar nuestras emociones positivas en público (basta ver la exhibición que se hace de ellas en las redes sociales) pero no está bien visto expresar las emociones desagradables. Tendemos, en el mejor de los casos, a dejar la expresión de rabia, tristeza o miedo para nuestra intimidad y en el peor de los casos, a negar esas emociones y “taponarlas” con entretenimiento, alguna adicción, hiperactividad…
Hay que destacar que en realidad las emociones no son una opción, una vez han aparecido no se puede elegir sentirlas o no, y su represión o negación provocan que la propia emoción busque otra manera para expresarse como ataques de pánico, depresión, estados de ánimo irritables o apáticos, enfermedades físicas…
Por tanto, es de vital importancia aprender a gestionarlas y poder incluir las emociones desagradables para poder sentirlas y transformarlas en bienestar. Basta ver la cantidad de gente que hace cola en el sistema de salud por falta de gestión emocional, para ser medicada con ansiolíticos, antidepresivos, tranquilizantes para dormir… Paradójicamente, esto no solemos esconderlo y no tenemos ningún problema en explicar que tomamos medicación porque sufrimos mucho estrés en el trabajo, o que padecemos ansiedad porque no tenemos tiempo para nada, etc. Cuando en realidad, estas no son situaciones normales ni saludables. Extrañamente la sociedad normaliza estos casos que buscan soluciones (aunque sean momentáneas) relativamente fáciles y rápidas para que la gente vuelva a estar como «tiene» que estar: feliz.
Yo misma he luchado, y sigo haciéndolo, para poder ser más auténtica en mi vida privada expresando mis emociones libremente a la gente que me rodea, intentando romper la creencia de que es un signo de debilidad. También trabajo cada día para ayudar a las personas que acuden a mi consulta a hacer las paces con esas grandes protectoras y mensajeras que son sus emociones desagradables, con el objetivo de que mejoren su salud emocional y aprendan a utilizar este tipo de inteligencia para poder guiar mejor su vida. Porque no olvidemos que el humano es un ser emocional por naturaleza, lo cual es bueno, ya que a través de esa emotividad puede desarrollar el amor, la compasión y la solidaridad. Y ese enemigo que se traduce tras la ansiedad, tras la tristeza o tras la rabia, no es más que una parte de ti muy necesaria, un aliado que quiere darte algún mensaje importante para mejorar tu vida.
Si todos supiéramos gestionar nuestro mundo emocional mejorarían las relaciones interpersonales, cada uno sería responsable de sus emociones y al estar en paz con sus emociones desagradables podríamos centrarnos en desarrollar más las emociones o estados positivos, como la alegría, el amor y la paz.